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14 septiembre, 2018Se estima que entre el 15% y el 25% de la población tendrá urticaria en algún momento de su vida, afectando de forma crónica al 1% de la población general. En los últimos años, con la revolución de las terapias biológicas, están apareciendo nuevas opciones para estos pacientes. Las novedades sobre el diagnóstico y manejo de esta enfermedad se están presentado estos días en el Congreso de la Academia Europea de Dermatología y Venereología (EADV) que se celebra en París del 12 al 16 de septiembre.
La urticaria crónica espontánea es una enfermedad que, como su propio nombre indica, se produce sin previo aviso, dura al menos seis meses -por lo general se prolonga de uno a cinco años e incluso décadas-, y genera habones (ronchas rojas), picor y, en ocasiones, inflamación del tejido profundo (angioedema). La forma espontánea representa cerca del 70% de todas las urticarias crónicas, generando un deterioro importante en la calidad de vida del paciente (con alteración del sueño, déficit en el rendimiento laboral, ansiedad, depresión, y aislamiento social) debido a su difícil manejo terapéutico.
La doctora Ana Mª Giménez-Arnau, responsable de la Unidad de Inmunología-Alergia Cutánea y Fotobiología del Hospital del Mar de Barcelona, tratará en el Congreso algunos de los avances en el manejo de la urticaria crónica espontánea.
Esta dermatóloga y coordinadora del Grupo Español de Investigación en Dermatitis de Contacto y Alergia Cutánea (GEIDAC) coordinará este sábado 15 de septiembre en París un debate en el que se revisarán las novedades sobre esta enfermedad. Además, presentará tres posters sobre sendos estudios: uno sobre Omalizumab, un anticuerpo monoclonal que lleva en el mercado desde 2015, y otros dos, sobre otro anticuerpo de este tipo, Ligelizumab, pero que todavía no está aprobado porque se está estudiando su eficacia.
El primer estudio, XTEND-CIU, ha analizado cómo impacta el tratamiento con Omalizumab en el control de la enfermedad y la calidad de vida de pacientes graves cuando, en lugar de administrarlo durante tres o seis meses -como se ha venido valorando en estudios previos-, se da durante un año. De los 205 pacientes que participaron en este trabajo, el 50% sufría de urticaria con angioedemas (hinchazón en ojos, labios u otra zona de la cara) que les generaba problemas de insomnio, ansiedad y alteración en su calidad de vida, así como en su rendimiento laboral.
“Lo que se ve en el estudio es que un año de tratamiento con Omalizumab controla y mejora la enfermedad, así como la calidad de vida de estos pacientes, tanto si se tiene angioedema como si no. El control de los síntomas y la mejora de la calidad de vida y rendimiento laboral fue mayor en los pacientes que tomaron el tratamiento con Omalizumab durante 48 semanas que en aquellos que lo recibieron sólo 24 semanas y después tomaron placebo”, señala la Dra. Giménez-Arnau.
Sin embargo, la investigación de nuevas moléculas para tratar a estos pacientes continúa y actualmente hay otro medicamento en estudio, Ligelizumab, del que se conocen ya resultados de la fase IIb.
“Incluimos a 382 pacientes con urticaria crónica espontánea que fueron asignados a diferentes grupos de tratamiento: uno recibía una dosis de 24 mg de Ligelizumab, otro, 72 mg, un tercero 240 mg, otro grupo 300 mg de Omalizumab y un quinto grupo un placebo cada 4 semanas a lo largo de 20 semanas, o una dosis única de Ligelizumab de 120mg. Los resultados evidencian que tanto la dosis de 72 como la de 240 mg de Ligelizumab logran un mejor control de la enfermedad que otras dosis de este mismo fármaco o que la terapia con Omalizumab”, explica esta dermatóloga.
Actualmente, ya hay en marcha un estudio en fase III, adelanta la Dra. Giménez-Arnau, que compara la administración de una dosis de 120mg de Ligelizumab con 300 mg de Omalizumab en este tipo de pacientes.
Encontrar tratamientos cada vez más eficaces para esta enfermedad crónica es crucial ya que genera una importante alteración en la vida de quien la sufre. Así se constata en un tercer análisis cuyos datos se mostrarán en un póster en este Congreso en el que se observa que “la carga de enfermedad de los pacientes, antes de empezar con este nuevo tratamiento, era alta a pesar de estar tomando antihistamínimos (orales y tópicos). Así, el 67% de los pacientes tenía habones y prurito, un 47,6% presentaba angioedema y casi la mitad refería un deterioro en su capacidad laboral y calidad de vida”, resume la Dra. Giménez-Arnau.
El 10% de las comunicaciones científicas en este Congreso están realizadas por dermatólogos españoles. Desde la AEDV, se dará cobertura a través de noticias publicadas en la web, los resúmenes realizados por académicos de diferentes áreas de interés –Highlights EADV 2018– y las redes sociales de la Academia.