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31 agosto, 2018- El grupo de trabajo creado por la SEOM y la AEDV pretende mejorar el diagnóstico y tratamiento de los problemas dermatológicos ocasionados por las terapias oncológicas
- Se están desarrollando dos artículos científicos que recogerán este tipo de efectos secundarios y señalarán cuál es el manejo más adecuado
El más conocido es la pérdida del cabello, pero los tratamientos oncológicos tienen otros muchos efectos secundarios dermatológicos que hay que tener en cuenta. Algunos de estos efectos son bien identificados tanto por dermatólogos como por oncólogos y existe un consenso en su diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, con la aparición de los nuevos tratamientos contra el cáncer, denominados terapias dirigidas e inmunoterapias, el grado de toxicidad cutánea ha aumentado y está ocasionando problemas nuevos en estos pacientes que, a veces, condicionan el tratamiento y la calidad de vida.
Hace algo más de un año se puso en marcha un grupo de trabajo entre las dos sociedades científicas más involucradas en este tipo de problemas: la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
“El objetivo es crear un documento conjunto en el que se informe de la gravedad de algunos de estos efectos secundarios, hasta qué punto pueden ser limitantes de la dosis del tratamiento oncológico y cuáles deben ser las líneas de acción”, explica Rafael Botella, jefe de Servicio de Dermatología del Hospital La Fe de Valencia y miembro de la AEDV que participa en este grupo de trabajo formado por cinco dermatólogos de la AEDV y cinco oncólogos de la SEOM.
Como señala el Dr. Botella, algunas de estas reacciones son muy interesantes porque no sólo informan de la gravedad de la toxicidad de un fármaco, sino que, en algunos casos, existe una correlación entre la severidad de la erupción que provocan y el aumento conseguido en la supervivencia del paciente. “Por ejemplo, en el caso de los fármacos inhibidores de los receptores del factor de crecimiento epidérmico, EGFR, producen erupciones papulopustulosas, tipo acné, y esto indica que el fármaco está actuando adecuadamente. Algo similar ocurre con los anti PD1, que están vinculados a la aparición de exantemas maculopapulares, prurito y vitíligo. Estos efectos se deben a la estimulación inmunológica y, en general, son reversibles si se tratan de forma precoz”, aclara este dermatólogo, miembro del Grupo de Dermatología Quirúrgica y Oncología Cutánea.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que algunos de los nuevos fármacos generan la aparición de tumores secundarios. “Por ejemplo, la administración de Vemurafenib, un inhibidor de RAF, que se utiliza en el tratamiento de melanomas, se ha asociado con la aparición de carcinomas epidermoides y queratoacantomas que hay que tratar mediante la monitorización de las nuevas lesiones y la extirpación quirúrgica de las mismas, sin necesidad de modificar la dosis”, señala Botella.
Todos estos efectos han de ser valorados por un dermatólogo, pero antes de eso es necesario que tanto oncólogos y dermatólogos estén familiarizados con estos problemas.
“Debido al desarrollo de la medicina y de la dermatología, todos los dermatólogos no pueden saber de todo. Por este motivo estamos especializados, algunos en psoriasis, otros en urticaria, en tumores… Los dermatólogos que se dedican a la oncología tienen un conocimiento muy detallado de los fármacos que se están utilizando en los pacientes con cáncer, tenemos información muy detallada y estamos constituyendo un grupo muy fuerte en la AEDV”, afirma este especialista.
En función del diagnóstico del dermatólogo, en ocasiones se recomendará reducir la dosis del tratamiento oncológico o incluso retirar algún fármaco. “El dermatólogo es importante para el diagnóstico, para establecer un tratamiento adecuado en la toxicidad dermatológica generada por la terapia oncológica y para aconsejar al oncólogo sobre los pasos a seguir ante ciertas reacciones y alteración de la calidad de vida del paciente”.
El paciente con cáncer se va a beneficiar de este tipo de grupos de trabajo, porque enfocan el manejo del enfermo de una manera conjunta. “La iniciativa de la AEDV y la SEOM trata de enumerar los posibles efectos secundarios cutáneos en el paciente con cáncer, para que se conozcan por todos los médicos implicados y que se realice un manejo adecuado de esta toxicidad que, a veces, está relacionada con la actividad positiva del fármaco oncológico. En los últimos años, han aparecido un gran número de fármacos que están revolucionando tanto la oncología como la dermatología. El conocimiento y la difusión de lo que estamos viendo es muy interesante y necesario. El trabajo conjunto de dermatólogos y oncólogos redundará en la mejor atención del paciente con cáncer”, detalla Rafael Botella.
Próximamente, estarán listos dos artículos –uno sobre la toxicidad de la quimioterapia y otro sobre la originada por las terapias personalizadas– que serán publicados en la Revista SEOM y en Actas Dermo-Sifiolográficas.
“Tenemos otros objetivos establecidos, pero vamos paso a paso. Una vez estén publicados estos dos artículos seguiremos trabajando para mejorar el conocimiento tanto de dermatólogos como de oncólogos y, por tanto, la atención de la toxicidad dermatológica generada por los tratamientos para el cáncer, que es lo que nos importa”, concluye el Dr. Botella.