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3 diciembre, 2021Según reconoce David Aranda Gabrielli, coordinador restaurador del Museo Olavide de la Fundación Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), “como para todo el mundo, han sido tiempos muy difíciles, de mucha incertidumbre”.
A mal tiempo, cambios
El Museo, que tenía una alta actividad con visitas de grupos programadas hasta el mes de mayo, prácticas externas de estudiantes y una exposición con el Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM), tuvo que cerrar sus puertas y cancelar los proyectos programados. “Con su cierre, se paralizó la actividad; sin embargo, ha sabido reinventarse”, asegura David Aranda.
Se empezó con la realización de videos de contenido histórico que han tenido una gran aceptación. “Aquí queremos agradecer la gran ayuda de numerosos dermatólogos, que desinteresadamente prestaron su conocimiento y buen hacer en la realización de estas ‘Píldoras de historia’ que tanto nos acompañaron durante el confinamiento”, indica el coordinador restaurador del Museo.
Aprendiendo del pasado
Pero es que, además, también algunas piezas y conocimientos que atesora este Museo han ayudado a enfrentarnos mejor a estos nuevos retos sanitarios asociados con la pandemia. “Conocer la historia de la enfermedad, estudiar nuestra historia, es comprender nuestro presente: cómo hemos llegado hasta aquí, de qué saberes y acciones somos herederos y, con ello, poder reflexionar sobre qué queremos ser en el futuro. Las pandemias siempre han sido recurrentes a lo largo de nuestra historia, y el COVID-19 demostró que, a pesar de la tecnología, la globalización, las comunicaciones,…, el mundo se paralizó”, afirma David Aranda.
Y es que, si se mira hacia atrás, se aprecian multitud de paralelismos con la actualidad. Por ejemplo, ya existían medidas que ahora se han utilizado como el confinamiento; esas medidas se emplearon en la epidemia de peste a mediados del S.XIV; también se crearon hospitales provisionales donde recoger sólo a los contagiados; y no se pueden olvidar los choques generados entre las autoridades, como el ‘Motín de las Banderas Negras’ provocado por el cierre de comercios ante la epidemia de cólera en Madrid en 1885; y qué decir del avance científico con la búsqueda de vacunas como, por ejemplo, sucedió con la vacuna de la viruela de Edwar Jenner en 1796.
“El Museo Olavide nos muestra los estragos que puede causar la sífilis, los medios para contenerla y sus diferentes tratamientos hasta la llegada del definitivo, gracias al descubrimiento de la penicilina. Pero también atesora documentos y láminas fotográficas sobre estudios microscópicos de preparaciones sobre el cólera, la tuberculosis o las tiñas que se realizaron en el Laboratorio Micrográfico del Hospital san Juan de Dios”, destaca el restaurador de esta colección.
Un ‘parón’ sin pausa
En este contexto, “buscar una nueva forma de acercarse a la historia del Museo y a la Dermatología de forma virtual ha sido fundamental”, subraya este experto, quien recalca especialmente “la excelente acogida que han tenido, y siguen teniendo, los vídeos divulgativos de contenido histórico”.
Por otra parte, como informan desde el Museo Olavide, también se ha dedicado tiempo a la investigación histórica, lo que se materializará en la publicación próxima de dos artículos en revistas científicas de alto nivel. También, cuando la universidad permitió el acceso, se ha continuado con la catalogación, restauración y digitalización. Aun así, asegura David Aranda, “recuperar la actividad presencial y sobre todo las visitas ha sido esencial, pues la experiencia del visitante se enriquece con el contacto real con la obra”.
En cuanto a las relaciones institucionales, se está consolidando un convenio de colaboración con el ICOMEM, “que esperamos que traiga muchas alegrías y mayor difusión para el Museo”.
Y también se han incorporado nuevos ‘tesoros’ a la colección. Por ejemplo, se ha averiguado la existencia de un fotógrafo en nómina que estuvo en el Museo desde 1958 hasta su cierre en 1966. Se están ‘buceando’ entre los fondos de la Comunidad de Madrid y Patrimonio para concretar y conseguir estos documentos gráficos que resultarían un testigo importante de una época de la que casi no hay información relativa a la colección.
Por otra parte, el Centro de Salud Segovia (antiguo Dispensario Azúa), se ha comprometido en donar parte de su instrumental médico histórico. “Pero no debemos olvidar que las principales donaciones, especialmente aquellas que nutren la biblioteca del Museo, las debemos principalmente a los dermatólogos. Son ellos los que con su interés y generosidad enriquecen cada vez más la historia del Museo y, como no, la historia de la Dermatología”, resalta David Aranda.
La labor de divulgación también se ha incrementado en este último año y medio. “Debemos recordar la enorme aceptación que tuvo el ‘Día de Olavide’ a principios de marzo del 2021, con destacadas apariciones en medios de comunicación de referencia.
En el ámbito académico, algunos seminarios como el de Filosofía de la Ciencia del CSIC, en colaboración con la Universidad Autónoma, se han mantenido a pesar de la crisis, para divulgar el trabajo del Museo entre esta Comunidad.
Por otra parte, como continúa enumerando el coordinador restaurador del Museo, “este periodo de ‘parón’ nos ha permitido dedicarnos a consolidar nuestros contactos internacionales, consiguiendo difundir nuestra institución en sociedades dermatológicas latinoamericanas y revistas específicas para dermatólogos, como ‘Piel Latinoamericana’”.
Agradecimientos
Todo esto no sería posible, según destacan los responsables del Museo, sin aquellos que han confiado y han mostrado su apoyo durante este periodo tan difícil: no sólo dermatólogos, sino también instituciones, medios de comunicación, académicos, profesionales y personas anónimas. En especial, según David Aranda, “quiero reconocer el apoyo que nos ha prestado el Dr. Jorge Soto de Delás, director de la Fundación Piel Sana de la AEDV; es un placer contar con su colaboración. Y agradecer el compromiso y el trabajo de mi equipo, formado por Amaya Maruri y David Aranda, que una vez más y pese a las circunstancias, han sabido estar a la altura. Y, en general, gracias a todos: por vuestra implicación, sin vosotros no somos nadie porque el Museo también es parte de vosotros”.