La Unidad de Investigación presenta CLINI-AEDV para facilitar la realización de series de casos multicéntricas
20 febrero, 2023ENTREVISTA A LA DRA. CRISTINA SERRANO FALCÓN
22 febrero, 2023El Dr. Manuel Perea Cejudo nació en 1952 y estudió Medicina en la Universidad de Sevilla. Ejerció la profesión en el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla y hospitales Santa Isabel e Infanta Luisa de Sevilla. En la actualidad ejerce como dermatólogo en su consulta privada en Sevilla.
El año pasado durante la reunión anual de la sección andaluza de la AEDV celebrada en Córdoba, el Dr. Perea Cejudo leyó unas emotivas palabras dedicadas a su amigo, el Dr. Ismael Yebra, en un espacio destinado para su homenaje.
¿Cómo se fraguó la amistad entre ambos?
Estando de catedrático D. Antonio García Pérez en la Universidad de Sevilla, en el año 1979 comienzo los estudios de dermatología en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla, lugar en el que se encontraba el Dr. Ismael Yebra, cursando la especialidad. Desde el primer el primer momento hicimos gran amistad que ampliamos con la medicina clínica y la cirugía (durante 30 años operamos juntos todos los viernes del año), viajamos juntos y con la familia a congresos, reuniones y viajes de ocio.
¿Quién era el Dr. Yebra?
Don Ismael como persona era especial, amigo de sus amigos, de trato exquisito, cariñoso, ameno, con gran sentido del humor y memoria prodigiosa. Destacaba por sus conocimientos en el campo de la medicina, ampliados a campos como la historia y la literatura. Daba gusto viajar con él. Se documentaba sobre datos de los lugares que visitábamos, tanto históricos como gastronómicos. Experto en ordenes monásticas, me impresionaba el cariño y atenciones que nos dispensaban los monjes en cualquiera de los monasterios que visitábamos.
En los últimos años de su vida la fatalidad volvió a cebarse con él, aquejado de una grave enfermedad que supo llevar con dignidad y entereza admirables. Falleció a los 64 años dejando huérfanas a sus queridas monjas de clausura, monjes y multitud de amigos, además de como es lógico a su mujer Victoria, sus hijos Victoria y Daniel y a su hermano Pepe.
¿Cómo fueron los comienzos del Dr. Yebra?
Su infancia fue difícil y cruel, su madre falleció a los pocos meses de su nacimiento y su padre cuando él tenía 11 años, quedando al cuidado de su único hermano Pepe, que se hizo cargo de la taberna que regentaba su padre en el barrio sevillano de La Alfalfa. Ismael le ayudaba en el servicio a los clientes, motivo que sirvió de estímulo para progresar en sus estudios. Aconsejado por su tío D. Ismael Sotillo Gago comenzó sus estudios en medicina. Por entonces su vida transcurría entre en el barrio sevillano de La Alfalfa, donde han reconocido su trayectoria rotulando unos jardines en su nombre y el pueblo de Umbrete donde residían sus abuelos maternos y conoció a su mujer Victoria. En Umbrete, la Biblioteca municipal lleva su nombre.
¿Nos puede contar alguna anécdota que recuerde junto a su amigo el Dr. Yebra?
Ismael tenía un gran sentido del humor, podría contaros multitud de anécdotas, solo referiré una ocurrida hace 10 años con la Fundación de la Academia Española de Dermatomáquia (tratar a los pacientes con decoro y arte). Él era el presidente y yo el secretario, además contaba con 10 dermatómacos. Dos veces al año nos reuníamos en un restaurante en un almuerzo entre amigos. Las normas eran estrictas, solo se podía hablar de medicina antes de la primera copa, durante la comida estaba prohibido. En los postres se distinguía con una placa conmemorativa al miembro más destacado. Seguidamente de disertaba sobre asuntos de actualidad en tono humorístico que ocasionaba un jolgorio notable. Recuerdo el caso ocurrido en un restaurante del Aljarafe (Casa Rufino) en el que el nivel de risa llegó a un punto que una dermatómaca sufrió una crisis abdominal acabando en Urgencias del hospital.
¿Qué diferencias existen entre la dermatología de cuando usted se iniciaba en la dermatología y la que se practica hoy en día?
Evidentemente las diferencias son notables, hace 40 años la dermatología resultaba poco atractiva para los médicos. Daba poco prestigio social y económicamente era poco rentable al no contemplarse las guardias limitando así los honorarios. Para colmo las enfermedades más comunes eran desagradables socialmente (lepra, lupus, psoriasis, venéreas, eccema, sarna, etc…) y nos enfrentábamos a ellas con un limitado arsenal terapéutico. En la actualidad los métodos de diagnóstico y de tratamiento han evolucionado de forma notable, curándose muchas enfermedades que antes eran de manejo difícil, y los tratamientos quirúrgicos – estéticos han potenciado el prestigio social de la especialidad.
¿Qué le diría a las nuevas generaciones de dermatólogos?
En mi opinión, los nuevos dermatólogos son más listos que los antiguos, solo hay que observar cómo se agotan las plazas de MIR, posiblemente influyan el auge de la dermocosmética y la cirugía que garantizan los buenos trabajos, así como un saneado nivel económico, pero yo les diría que no abandonen la clínica que sólo se domina y se perfecciona observando el máximo de casos posibles y viendo su evolución.