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Obtuvo, junto con los doctores Jorge J. Vega-Castillo y Ángela Ayén Rodríguez, José M. Llamas Molina y Gracia M. García Lara, el segundo premio en formato e-póster por el caso clínico “El reto de la ballena azul” en el I Congreso Virtual Ibero Latinoamericano de Dermatología. Este caso clínico analizó las lesiones en la piel sufridas por un preadolescente por participar en un fenómeno viral a través de las Redes Sociales (RRSS).
En primer lugar, felicidades por el premio recibido, ¿qué supone este galardón para ti y su equipo?
Es un reconocimiento a un trabajo en equipo colaborativo entre atención primaria y especializada, lo cual permite implicar a diferentes niveles asistenciales para mejor seguimiento de nuestros pacientes.
Este trabajo ayudará a otros profesionales de todo el mundo a reconocer y alertar ante una situación concreta de riesgo para un menor que pudo acabar en suicidio, ¿qué feedback habéis obtenido de otros colegas?
El feedback ha sido sobre todo de sorpresa ante este tipo de situaciones y casos que ponen en riesgo a nuestra población adolescente y que estimula a la cooperación entre los especialistas implicados.
– ¿Cómo valoras el trabajo en equipo multidisciplinar entre dermatólogos, médicos de atención primaria, pediatras y psicólogos en estas circunstancias?
Ha sido sumamente positivo y, sobre todo, mi especial reconocimiento a Gracia García Lara, pediatra del C.S. Cartuja por su incansable trabajo en aras de una mejor atención en la pediatría comunitaria.
– Casos como ‘El reto de la ballena azul’ demuestran la importancia que tiene profundizar para realizar un buen diagnóstico en Dermatología.
Casos como el actual deben de ser un estímulo para conocer la complejidad de la especialidad, su amplitud diagnóstica y, sobre todo, las manifestaciones en la piel de un gran número de afecciones sistémicas y psicológicas.
La situación descrita en este trabajo ¿fue una excepción y caso aislado o se encontraron muchos casos iguales al del chico afectado cuando este reto se hizo viral?
Nosotros sólo hemos encontrado este caso después de hacer un cribado comunitario entre los compañeros del adolescente afectado, ya que esta persona se había introducido en este reto a través de redes sociales con chicos del resto del país.
– Apuntan a la importancia de que también los dermatólogos estéis al día de las tendencias en redes sociales y su potencial efecto en nuestra salud. Cuéntanos cómo lo realizas en tu caso.
La importancia radica en una puesta al día y actualización de este tipo de sucesos en redes como Twitter, Instagram, Facebook, y estar alerta ante cualquier suceso que esté ocurriendo en otras áreas del país.
¿Qué consejo le darías a otros dermatólogos para que puedan detectar este tipo de casos en menores?
Afortunadamente, los especialistas españoles en Dermatología están muy bien formados y son capaces de reconocer muchas veces con una anamnesis correcta las manifestaciones en la piel que las diferentes afectaciones psicológicas puedan producir. Solamente, recomendaría que se profundizase un poco más en la historia clínica y pedir siempre ayuda y colaboración del resto de especialistas que puedan estar implicados en la atención del adolescente.
– En la actualidad, con la situación de grave pandemia que vivimos en la que se ha potenciado de forma exponencial el uso de las redes sociales, ¿cuáles serían a tu juicio los principales riesgos en las redes sociales que están observando?
No creo que haya riesgos diferentes a los que hemos estado viviendo en la situación pre pandemia.
– Y, por último, ¿qué consejo darías a los padres para poder detectar en casa este tipo de situaciones de autolesión?
Los padres siempre deben estar alerta y vigilantes ante comportamientos reiterados que rompan con la rutina habitual de sus hijos, cambios de carácter sin justificación y aparición de lesiones inexplicables en la piel de morfología extraña y sin causa aparente.
El reto de la ballena azul
Se hizo viral a través de su difusión en redes sociales. Trata de exigir a los participantes que realicen pruebas que provocan autolesiones sobre su cuerpo hasta completar un total de 50 niveles. El último reto consiste en el suicidio del participante en la fecha indicada por una persona denominada como “guardián”. Esta práctica se considera muy peligrosa por las consecuencias que se derivan de ella.