VI Curso de introducción a las revisiones sistemáticas
21 agosto, 2017Entrevista a Laura Padilla | Hablemos de ITS
5 septiembre, 2017Cada vez son más las personas que, en su día a día, pasan de su casa al coche (léase metro o autobús) y de éste a la oficina. Cuando salen de trabajar, el sol ya se ha ido o sus rayos son muy débiles. En verano, sí pasan más tiempo al aire libre, pero ¿es suficiente para generar la cantidad necesaria de la denominada vitamina del sol? ¿Los niveles generados en verano de vitamina D aguantan hasta el invierno y la próxima primavera? ¿Deben tomar suplementos de esta vitamina que en realidad no lo es?
A la vitamina D no se le debería denominar vitamina ya que no es un compuesto orgánico que el cuerpo no sintetice y que requiera como nutriente en pequeñas cantidades. Se la puede considerar una auténtica hormona que, gracias a la exposición al sol, el cuerpo humano puede sintetizar por sí solo. También puede obtenerse de la ingesta de algunos alimentos, como el pescado graso (salmón), el aceite de hígado de pescado y los huevos.
La vitamina D es necesaria para absorber el calcio y fósforo, que son esenciales para la salud de los huesos. En concreto, gracias a ellas la eficiencia del cuerpo en la absorción del calcio incrementa un 30-40% y en la del fósforo, un 80%.
Los especialistas, en función de los datos de diferentes estudios, han establecido que la cantidad mínima recomendada de vitamina D debe ser:
- Una vez cumplido el primer año de vida y hasta los 70 años: se recomienda que la cantidad dietética sea de 600 unidades internacionales (UI) cada día.
- Personas mayores de 70 años: la cantidad aconsejable es de 800 UI al día.
- Bebés: deben recibir un suplemento de 400 UI diarias.
Con esta cantidad, las personas de diferentes edades deberían de alcanzar el nivel óptimo en sangre de vitamina D por encima de los 20 nanogramos por mililitro (ng / ml) que son los que aseguran tener una buena salud ósea, porque la vitamina D favorece la absorción de calcio y que se fije en los huesos. Estos niveles los cumplen buena parte de la población, sobre todo entre los meses de mayo a septiembre en un país como el nuestro.
Pero esto no siempre ocurre, es decir, no todas las personas sintetizan con el sol o con la dieta la cantidad suficiente de vitamina D, lo que puede dar lugar a diferentes alteraciones en el cuerpo humano ya que esta hormona participa en múltiples procesos internos, principalmente en la homeostasis (regulación) del calcio y fósforo y en la modulación de la respuesta inmune.
No obstante, no es recomendable abusar de los suplementos ya que, precisamente porque la vitamina D participa en diferentes procesos del cuerpo humano, tener unos niveles excesivos de ésta puede ser contraproducente y generar efectos tóxicos: a más cantidad, más concentración de calcio, lo que puede generar depósitos en riñones, corazón, pulmones o sangre. Llegar a esta toxicidad no es fácil, y desde luego no se producirá por tomar demasiado sol sino por ingerir suplementos a dosis muy elevadas.
¿Qué influye en la síntesis de vitamina D?
Existen algunos factores que modifican la producción efectiva de vitamina D y que se deben conocer para llevar a cabo los hábitos que fomentan esta síntesis de manera adecuada. Aquí están los más importantes:
Ciclo diario de exposición solar y cambios anuales. La radiación biológica efectiva de producción de vitamina D presenta un ciclo diario, directamente relacionado con el ángulo cenital y con disminuciones drásticas de radiación UVB de menor longitud de onda. Este descenso de radiación UVB se da al comienzo y al final del día. Por tanto, en España, la radiación biológica efectiva para lograr niveles óptimos de vitamina D se da en las horas centrales del día, que es también la radiación que más eritema produce.
Los valores medios de irradiancia efectiva para producir vitamina D a mediodía durante el período de enero a marzo en las zonas costeras del sur de España indican que es necesario un aumento de aproximadamente cuatro veces el tiempo de exposición con respecto al necesario para la obtención de los niveles saludables de vitamina D durante el verano.
Fototipo cutáneo. El tipo de piel también influye en la capacidad de síntesis de vitamina D. Así, cuanto más oscura es la piel, mayor es la dosis solar necesaria. Esto es porque la melanina compite con los fotones activos para la producción de vitamina D.
“No hay que volverse locos con la vitamina D. Es verdad que como depende de la radiación UVB, que es muy alta en primavera y verano, pero muy baja en otoño e invierno, en esta época habría que estar varias horas expuestos al sol para sintetizar suficiente vitamina D y además vamos muy cubiertos. Sin embargo, en verano y primavera es suficiente si te da el sol en piernas, brazos y cara 15 minutos al menos 3 veces a la semana, considerando que con la edad también la piel disminuye su capacidad de sintetizar esta vitamina.”, explica Yolanda Gilaberte, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
No obstante, no hay un consenso internacional sobre este tema, pues algunos expertos consideran que es mejor tomar suplementos que exponerse al sol y otros sostienen que la mayoría de personas sitetizan suficiente cantidad de vitamina D con la exposición moderada al sol.
La Academia Americana de Dermatología recomienda no obtener la vitamina D de la exposición al sol (natural) o en las cabinas de bronceado (artificial) porque la radiación ultravioleta puede derivar en cáncer de piel. “Tomar vitamina D a partir de una dieta sana, que incluya alimentos naturalmente enriquecidos de vitamina D, otros fortificados y/o suplementos vitamínicos ofrece una alternativa sana y segura”, afirma en un comunicado.
¿Un análisis para saber mi nivel de vitamina D?
Ante las cada vez más publicaciones que existen al respecto, muchas personas están reclamando en la consulta de su médico una valoración de sus niveles de vitamina D en sangre. Sin embargo, para Yolanda Gilaberte, “no está justificado hacer un screening poblacional para conocer los niveles sanguíneos de vitamina D. Sólo las personas que están en riesgo deberían hacerse una determinación de estos niveles de vitamina D en sangre”.
Esas personas son las que presentan ciertas características o enfermedades que impiden o deterioran la síntesis de vitamina D y se pueden clasificar en los siguientes grupos:
-Las personas que tengan pieles oscuras porque necesitan mayor cantidad de sol para sintetizarla.
-Las personas con obesidad porque la vitamina D es liposoluble y queda secuestrada en la grasa determinando así niveles más bajos.
-Personas mayores de 60 años ya que con la edad se pierde la capacidad de síntesis de vitamina D.
-Personas que hagan una vida muy a cubierto, que tienen muy poca exposición al sol.
-Hay ciertos medicamentos, como algunos antiepilépticos o la rifampicina, que favorecen unos niveles bajos de vitamina D.
-Los lactantes durante el primer año de vida especialmente si tienen lactancia materna.
-Personas con enfermedades renales, hepáticas o que cursan con malabsorción intestinal.
-En todas aquellas enfermedades de la piel para las que se recomienda la protección solar, como todos los lupus, las dermatosis, el cáncer de piel.
Todas ellas están en riesgo de deficiencia de vitamina D por lo que se les debe de hacer una determinación o suplementarles.
¿Por qué es necesario tener un nivel adecuado de vitamina D?
Diferentes estudios médicos, muchos de ellos epidemiológicos, han mostrado un vínculo entre los niveles de vitamina D y algunas enfermedades.
La mayor evidencia está en su asociación con un menor riesgo de fracturas y caídas. La vitamina D es la única hormona conocida capaz de estimular las proteínas implicadas en la absorción intestinal de calcio. Además, estimula, en colaboración con la hormona paratiroidea, la reabsorción de parte del calcio filtrado en el túbulo renal. Si no hay suficiente cantidad, el organismo consigue el calcio de sus reservas a partir de la masa ósea.
Dos metaanálisis de ensayos clínicos controlados y aleatorizados (los más fiables en Medicina) muestran que la toma de altas dosis de vitamina D reduce el riesgo de caída en un 19% y de fracturas entre un 15 y un 29%.
Existen otros estudios que vinculan el déficit de vitamina D con esclerosis múltiple, diabetes o infección generalizada (sepsis). Sin embargo, en estos casos la evidencia científica es menor, hay resultados contradictorios y la conclusión es que hay que seguir investigando esta relación. Lo mismo ocurre con la dermatitis atópica, la artritis reumatoide o el lupus eritematoso en los que se ha estudiado la administración de vitamina D como tratamiento para frenar la progresión de la enfermedad o reducir sus síntomas.
También se ha valorado el beneficio o no de la administración de vitamina D en embarazadas. Según una revisión de The Conchrane Database, “se necesitan ensayos aleatorios rigurosos adiciones para confirmar que los suplementos de vitamina D en el embarazo reduzcan el riesgo de preeclampsia y aumente la talla y el perímetro cefálico al nacer”.
El otro gran campo de estudio es el papel de la vitamina D en la prevención del cáncer. Se está analizando si concentraciones altas de vitamina D tienen relación con índices más bajos de incidencia o de mortalidad por cáncer. De momento, los cánceres para los que hay más datos humanos disponibles son el cáncer colorrectal, el de mama, de próstata y de páncreas. Sin embargo, no hay un consenso sobre este beneficio.
“No está demostrado qué niveles que hay que tener para no desarrollar cáncer de colon, que es para el que más evidencia hay en relación a la vitamina D. Hay estudios que dicen que las personas que tienen en sangre más de 40 ng/ml de vitamina D tienen menos incidencia de cáncer, pero no dejan de ser estudios epidemiológicos que, a pesar de ser buenos, tienen sus sesgos y hay que valorarlos en su justa medida. Tampoco se sabe cuál es la dosis adecuada de vitamina D que hay que administrar para reducir este riesgo”, concluye Gilaberte.
De la misma opinión se muestra la Academia Americana de Dermatología y el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos quienes, tras analizar la evidencia que existe al respecto, sostienen que los datos que vinculan el nivel de vitamina D con otros beneficios para la salud, como un menor riesgo de cáncer, son “inconsistentes, inconclusos e insuficientes”.
Actualmente, hay en marcha varios estudios clínicos que analizan este vínculo. Uno de ellos es el Vitamin D and Omega-3 Trial (VITAL) que examinará si los complementos de vitamina D pueden prevenir la formación de una variedad de tipos de cáncer en hombres y mujeres sanos. Por tanto, habrá que esperar a que haya más evidencia científica sobre este tema.
Redacción: Ángeles López. Revisado por: Yolanda Gilaberte
Vitamin D supplementation for women during pregnancy. Cochrane Database of Systematic Reviews 2016 Issue 1 Art. No: CD008873
Y. Gilaberte, J. Aguilera, J.M. Carrascosa, F.L. Figueroa, J. Romaní de Gabriel y E. Nagore. La vitamina D: evidencias y controversias. 2011 Oct. Actas Dermo-Sifiliográficas; 102(8):572-88.
William B. Grant. Vitamin D: Evidence and Controversies: Comment on the Article by Gilaberte et al. Sep 2012 Actas Dermo-Sifiliográficas; 103 (7): 591-594.
Kurt A. Kennel and Matthew T. Drake. Vitamin D in the cancer patient. Curr Opin Support Palliat Care. 2013 Sep; 7(3): 272–277
Position Statement on VITAMIN D, American Academy of Dermatology.