175 especialistas en la 41ª reunión del GEDP
18 noviembre, 2015XXVIII reunión del GECIDOC
27 noviembre, 2015La experiencia recogida en las consultas de dermatología viene a demostrar que, en muchas de las afecciones de la piel, las repercusiones psicológicas suelen ser superiores a la importancia clínica.
La constancia de este aspecto supone una oportunidad para humanizar (mejorándola) la relación entre médico y paciente, así como para situar el diagnóstico y tratamiento de estas afecciones en su verdadera dimensión.
Esta imbricación psicológica influye, además, muy notablemente en la decisión de un número apreciable de pacientes quienes, ansiosos por hallar una solución rápida para los problemas de su piel, acaban siendo víctimas de los denominados ‘productos milagro’. Concienciar a la población de que estos trastornos en la piel son enfermedades que únicamente deben ser tratadas por un especialista médico (el dermatólogo) constituye una actividad tan necesaria como rentable desde el punto de vista sanitario.
Relación entre médico y paciente: importancia de la sensibilidad
El dermatólogo debe ser particularmente sensible a la imbricación psicológica de afecciones tan extendidas como el acné, la psoriasis, la dermatitis atópica o la variada gama de patologías que afectan a la piel. Si el paciente percibe que el especialista únicamente atiende al aspecto clínico e ignora el impacto psicológico, se levantará una barrera entre médico y enfermo, que puede propiciar la búsqueda de soluciones perjudiciales para la salud.
Es sabido que quienes comercializan placebos (y, en ocasiones, productos abiertamente nocivos) suelen mostrarse muy receptivos con este tipo de pacientes, porque están en juego beneficios económicos frecuentemente muy jugosos. Nunca debe olvidarse que el enfermo es, ante todo, una persona y que su preocupación excede, frecuentemente, los límites de lo estrictamente clínico.
Generar un clima de comprensión y confianza aporta notables réditos terapéuticos, entre los que figuran, desde un seguimiento más responsable de las prescripciones, hasta la orientación hacia un profesional que puede resolver positivamente la afección psicológica.
Se responde así a la raíz más profunda de la ciencia médica, la que se establece entre un enfermo y quien se preocupa y tiene los conocimientos para curarlo.
Dr. Miguel Aizpún