Coronavirus | “Durante la pandemia, nos hemos sentido como internistas preguntando por múltiples síntomas no dermatológicos”
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2 junio, 2020Si esta pandemia ha dejado algo claro, es que el personal de hospitales y centros de primaria se ha volcado en la atención y control de la infección COVID-19. Médicos, enfermeras, celadores, personal administrativo… Todos han dado más de su 100%, incluso aquellos sanitarios que ya estaban retirados y que no se resistían a permanecer de brazos cruzados viendo pasar los acontecimientos. Ese es el caso del Dr. Jesús González Rupérez, dermatólogo de Barcelona que lleva jubilado desde hace 2 años de su actividad en el Hospital de Viladecans y que ha estado activo estos últimos meses.
En un primer momento, este especialista llamó a su antiguo centro de trabajo para mostrar su voluntad para echar una mano, algo que le desaconsejaron (asistencia presencial) por su edad. Después, contactó con el Colegio de Médicos de Barcelona y allí le facilitaron una red donde los sanitarios se apuntaban como voluntarios. A los pocos días contactaron con él, para que diera apoyo al sistema de seguimiento de pacientes con coronavirus a través de la aplicación StopCovid19Cat.
“Era tal el volumen de urgencias, que desde el 061 o el 112 no se podía atender a todos los ciudadanos que hacían preguntas o solicitaban ayuda, por eso se creo la aplicación que permitía controlar su estado de salud sin tener que salir de casa y sin saturar más otros servicios de salud si no era necesario. A través de un algoritmo se determinaba una primera prioridad posible según la afectación, los pacientes seleccionados eran contactados telemáticamente por voluntarios como yo que establecíamos una segunda selección, orientando sobre la actitud a tomar y activando, si era necesario, la prioridad del 061. Desde que empezó esta App, el número de entradas ha sido de 2,5 millones y llegamos a gestionar entre 15.000 y 20.000 llamadas, así como avisos a servicios de emergencia”, explica el Dr. González Rupérez.
Su trabajo, reconoce, fue el de un médico generalista, algo que no le generó muchos problemas. “La formación que tiene el dermatólogo sobre medicina general e interna es muy potente. Además, fui médico de cabecera y de urgencias domiciliarias los primeros años de mi práctica médica y también colaboré en ONGs en Senegal ejerciendo como dermatólogo y como médico general”, argumenta.
Esta forma de colaboración le ha resultado muy interesante para “tener el pulso de lo que estaba pasando. Me tocó llamar a alguna residencia de la tercera edad y veías que estaban angustiados ante la situación que se les venía encima. Alerté de lo que estaba ocurriendo”.
Aunque al principio reconoce que no tenía opción de valorar o preguntar por síntomas dermatológicos, con la implicación de la AEDV en el estudio Covid Piel, los compañeros sí empezaron a ver patología cutánea.
En fase de desescalada
Ahora, que el volumen de llamadas ha descendido fuertemente y que Barcelona ha pasado a la fase I, empieza a plantearse su actividad en la consulta privada, que sólo había dejado por la COVID y el confinamiento. “Al principio de la pandemia, me planteé parar mi actividad en la privada, porque además he sufrido la pérdida de amigos cercanos y me dominaba la incertidumbre del comportamiento del virus, pensaba que el riesgo no merecía la pena. Nunca había tenido miedo a la muerte, pero ahora se presenta de golpe y porrazo en conocidos y amigos y, a partir de cierta edad, si requerías ingreso hospitalario era como lanzar una moneda al aire. Esto genera conciencia de fragilidad, inseguridad y temor. Pero, por otro lado, si miras números absolutos, en el que el 4-5% de la población se ha visto afectada, piensas que afortunadamente la vida sigue y hay que lidiar con ello”.
De esta manera, ahora empieza a reestructurar las citas y atención en su consulta privada, porque “un médico no se jubila, siempre que pueda seguir activo”. Y también retomará un proyecto de consulta telemática (teledermatología) que había iniciado antes de la pandemia con Cruz Roja. “La telemedicina me ha interesado siempre, creo que es un instrumento muy práctico que ha venido para quedarse y desarrollarse. La dermatología oficial se ha acercado con prejuicio y excesiva cautela, creo que nos ha faltado osadía”.
En cuanto a cómo está viendo la desescalada, este dermatólogo considera que “se está usando de manera muy demagógica como arma de enfrentamiento político. Es realmente decepcionante, tras el esfuerzo heroico de los sanitarios y servidores públicos. Se acusa a los responsables públicos de estar dando bandazos, cuando en realidad están rectificando según se conoce más del virus y su comportamiento en el día a día. Me pregunto cómo serían las sesiones médicas si estuvieran cubiertas por los medios de comunicación cada día”.
Por parte de la población, si no te ha tocado de cerca, se vive como una cosa lejana. Lo mismo ocurrió en Chernóbil, cuando ocurrió el accidente nuclear, la gente salía a la calle, porque el enemigo era invisible y porque la vida también sigue. Con la COVID-19 es lo mismo
Considera que el ser humano se tendrá que adaptar ya que estamos en un mundo globalizado con riesgos globalizados. “Tendremos que estar más atentos. Lo que la gente no acaba de ver es que si no se llega a ser rigurosos (y los chinos lo fueron confinando a más de 100 millones de personas), esto se hubiera disparado aún más”.
Esta crisis sanitaria, señala este dermatólogo, debería hacer reflexionar sobre todos los recortes que se hicieron antes y que se están viendo ahora. “El sistema sanitario tiene que ser estructural, estratégico, no puede estar en manos de las coyunturas políticas. En Estados Unidos, la respuesta fundamentalmente la han dado las estructuras públicas, que son las más golpeadas por los recortes en los últimos años. Esta es una época que incita a reflexionar dónde estamos y a dónde queremos ir”, argumenta el Dr. González Rupérez.
En cuanto a los bulos que circulan por móviles y noticias, señala que todas las epidemias son recurrentes, siempre se busca un enemigo externo y surgen teorías de la conspiración. “Antes, en la Edad Media, se pensaba que la causa de una epidemia era haber pecado y ahora que alguien fabrica un virus para dañar a otros”.
El futuro de la profesión
A pesar de todo reconoce que es optimista. “En esta pandemia, se ha visto lo mejor de la profesión y del país, porque la gran mayoría de las personas son generosas y solidarias. Además, en este tipo de crisis siempre surgen avances sobre temas estructurales o sociales, como la mejora del sistema de alcantarillado, de la sanidad pública, el avance de nuevos tratamientos…”.
En cuanto a la Dermatología, considera que debe potenciar su liderazgo. “La patología menor no tendría que llegar masivamente a la consulta del especialista, se debe solucionar en primaria con la supervisión del dermatólogo. Esta especialidad tiene a dermatólogos altamente formados y son ellos quienes tienen que coger las riendas de la especialidad, primando la patología más seria. Nos tenemos que aclarar en el tema de lo ético y de lo estético”.
Por otro lado, sostiene que la teledermatología en esta crisis ha dado un salto importante, se ha consolidado, se quedará para impregnar nuestra práctica. Si los gestores la llegan a entender porque “ellos creen que consiste en enviar una fotografía y ya está. Y no es así, requiere de tiempo de un profesional para atender a un paciente y enviar una fotografía y tiempo de otro profesional para dar respuesta. Y esto tiene un valor”.
Por último, su visión sobre la investigación en esta y otras especialidades es que en nuestro país no hay una mejor investigación porque no hay un plan estratégico a nivel de estado. “Somos solistas brillantes, pero no hay una orquesta. Hay que sumar recursos, faltan liderazgos y planes estratégicos a medio y largo plazo. La mayoría de la investigación está vinculada a la industria si la cual difícilmente avanzaríamos, la colaboración es fundamental, pero cada uno debemos estar en nuestro sitio”.