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A lo largo de estos meses de pandemia se ha hablado mucho de la vitamina D como una opción preventiva e incluso terapéutica. Sin embargo, ¿cuánta verdad esconden todas las informaciones que han circulado por redes sociales, medios de comunicación o incluso revistas científicas? Una de las ponencias que se ofrecen en el I Congreso AEDV Virtual Otoño 2020 ha recogido la evidencia científica que existe hasta el momento y cómo es el diálogo entre fotoprotección y vitamina D en tiempos de COVID.
La Dra. Yolanda Gilaberte Calzada, jefa de Servicio del Hospital Universitario Miguel Servet en Zaragoza y vicepresidenta primera de la AEDV, ofreció este viernes algo de luz en este tema dentro de las sesiones organizadas por el Grupo de Trabajo Fotobiología.
La vitamina D es la única vitamina que no es realmente una vitamina sino una hormona que sintetiza nuestro organismo y que además la ingerimos a través de la dieta. “Esta doble fuente revela la importancia que tiene esta sustancia para el cuerpo humano”, ha señalado esta dermatóloga.
Existen dos tipos de vitamina D: la D2 proviene de alimentos, esencialmente vegetales, como las setas.
La D3 está presente en productos de origen animal como los huevos, salmón, atún, pero también es la que se sintetiza con la radiación solar. Ambos tipos se transforman en la 25-hidroxivitamina D, que es la que se mide en sangre.
Funciones en el organismo
Su papel es fijar el calcio al hueso y evitar la osteoporosis, el raquitismo o la osteomalacia. Además, también tiene una función en el sistema osteomuscular, ya que las personas con déficit sufren más caídas por un deterioro muscular.
“Se sabe que esta vitamina favorece la diferenciación celular y por tanto protegería en algunos cánceres como el de colon o el de mama, pues diferentes estudios han observado que las personas con niveles bajos tienen más riesgo de desarrollar estas enfermedades”, ha añadido la vicepresidenta segunda de la AEDV.
Y, por último, como también una función a destacar está su efecto inmunomodulador. Algunos estudios muestran que el déficit de esta sustancia favorece, por ejemplo, las infecciones respiratorias en personas sanas.
Sin consenso sobre los niveles de la vitamina D
Aunque en los últimos años se ha hecho hincapié en el déficit que pueden presentar un buen número de personas y de las bondades de los suplementos para corregir esa carencia, “lo cierto es que no hay un consenso sobre cuáles son los niveles normales, sí sobre su deficiencia que estaría en niveles más bajos a 20 nanogramos por mililitro“, ha explicado la Dra. Gilaberte Calzada.
“Lo que sí está claro es que 30 ng/mL más son suficientes, y es entre 20 y 30 donde no existe acuerdo para considerarlo o no como insuficiencia de vitamina D”, ha señalado.
Más allá de esa indefinición, se sabe que la ingesta excesiva de suplementos de vitamina D puede conducir a una toxicidad que, en último término puede derivar en la generación de calcificaciones en riñones y fallo renal.
Por tanto, en el equilibrio está la clave para que la vitamina D sea un elemento positivo en la salud humana. De hecho, hay en marcha ensayos clínicos para confirmar si su déficit se relaciona con una peor evolución en la COVID-19.
“Al principio de la pandemia, se habló de que la vitamina D podía tener un papel protector porque se observó que los pacientes ingresados más graves tenían déficit de esta vitamina. Sin embargo, estos pacientes tenían otras características como ser mayores de 65 años, presentar obesidad o diabetes. Estos factores se asocian a un peor pronóstico de COVID, pero también son factores de riesgo de déficit de vitamina D”, ha aclarado la Dra. Gilaberte Calzada.
Además, dada la relación de la vitamina D con la exposición solar, algunos estudios han encontrado una relación inversa entre la mortalidad por COVID-19 y el número de horas de sol o la latitud de diferentes áreas del mundo.
Estudios sobre la vitamina D en la pandemia
Lo cierto es que son muchos los estudios que se han publicado desde el inicio de la pandemia que destacan el papel de la vitamina D en la inmunidad innata que, tras meses de COVID-19, se ha visto que es crucial en el desarrollo de la enfermedad.
La revista The Lancet indicaba que sería una buena estrategia de salud frente al SARS-CoV-2 promover una correcta ingesta de alimentos ricos en vitamina D.
Pero dar el paso a defender una suplementación a toda la población es mucho más controvertido. “Hace años se suplementaban ciertos alimentos con vitamina D, pero se dejó de hacer porque se empezaron a registrar casos de toxicidad”, ha recordado la Dra. Gilaberte Calzada.
Otro estudio más reciente, dirigido por el Dr. Michael F. Holick, señala tras analizar los datos de 190.000 pacientes de EEUU, indica que hay una asociación entre niveles mayores en sangre de 25-hidroxivitamina D con una menor tasa de positividad en SARS-CoV-2.
Por tanto, el trabajo del Dr. Holick señala la necesidad de explorar el papel la suplementación con vitamina D en la reducción del riesgo de infección por SARS-CoV-2 y de enfermedad COVID-19.
Recientes investigaciones apuntan que quizás la clave podría estar en la prohormona de la vitamina D que se produce en el hígado, denominada calcifediol, calcidiol o 25-hidroxivitamina D (25-OH-D).
Combatir la hiperinflamación
La administración externa de este compuesto aumenta rápidamente las concentraciones de vitamina D en sangre, alcanzando los 40-60 ng/mL. Esta concentración podría combatir la hiperinflamación generada por la tormenta de citoquinas que se ven en los pacientes graves de COVID-19 y su necesidad de ingresar en UCI, según los resultados de un ensayo clínico del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) y el Hospital Reina Sofía de la misma ciudad.
De momento, y hasta que la evidencia científica sea más contundente, tan solo queda la defensa de tomar una dieta sana, consumiendo alimentos ricos en esta vitamina, y exponernos 15 minutos diarios al sol entre las 12 y las 16 horas.
“Ni siquiera habría que prescindir del fotoprotector, ya que se ha visto en diferentes estudios que la cantidad habitual que nos aplicamos no impide la absorción de radiación ni la síntesis de vitamina D por esta fuente. Aunque estos datos corresponden a la primera y al verano, en otoño o en invierno, en la latitud en la que está España es difícil de obtener suficiente vitamina D a través de la piel”, ha señalado la jefa de Servicio de Dermatología del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.
Habría, eso sí, que tener en cuenta a los grupos de personas que tienen más riesgo de tener déficit de vitamina D y controlarles sus niveles para saber si tienen que recibir suplementos, indica la Dra. Gilaberte Calzada.
Los grupos con mayor riesgo de déficit de vitamina D:
- Tener edad avanzada ya que, al tomar el sol, no sintetizan tan eficientemente la vitamina D y sus riñones son menos potentes para transformarla a su forma activa.
- Bebés lactantes, porque la leche materna no es buena fuente de vitamina D, por lo que hay que darles un suplemento.
- Obesidad, porque la grasa secuestra la vitamina D e impide que entre en el torrente sanguíneo.
- Personas de color.
- Haber pasado por grandes cirugías gástricas, por una enfermedad intestinal como la de Crohn o enfermedad celíaca, que impide absorber la grasa correctamente, necesaria para que la vitamina D se absorba.
- Tener enfermedad renal o hepática crónica.
- Padecer enfermedades dermatológicas, como lupus, melanoma o fotodermatosis, entre otras, que requieren una fotoprotección estricta.
- Personas con hiperparatiroidismo, linfomas o aquellas que toman medicamentos que afectan al metabolito de la vitamina D, como la colestiramina, glucocorticoides, anticomiciales, antirretrovirales, etc.
No te pierdas las sesiones de este sábado 21 en el I Congreso AEDV Virtual Otoño 2020.