Tatuajes y evidencia científica sobre su efecto en la salud
14 septiembre, 2017Nueva representante de Residentes | Andrea Estébanez Corrales
26 septiembre, 2017Hace 20 años pocos médicos sabían que existían las revisiones Cochrane. De hecho, a principios de los 90 la medicina basada en la evidencia no era un ‘mantra’ de la profesión médica ya que muchos facultativos consideraban que la clave de su conocimiento era la experiencia y que era ésta y sólo ésta la que debía guiar su día a día. Sin embargo, médicos como Urbá González pronto se dieron cuenta de que, en Medicina, sólo había que utilizar aquello que había demostrado su eficacia. Eso le llevó a participar en la Colaboración Cochrane, una organización sin ánimo de lucro que reúne a investigadores, médicos, pacientes y personas interesadas en la salud de todo el mundo para tratar de mejorar el conocimiento de la salud y la práctica de la Medicina.
En 1993 se fundó la Colaboración Cochrane y cuatro años después se puso en marcha el Centro Cochrane Iberoamericano, que se ubicó en la Corporació Sanitària Parc Taulí de Sabadell y que ahora está integrado en el Servicio de Epidemiología Clínica y Salud Pública del histórico Hospital de Sant Pau de Barcelona. Se iniciaba entonces un sistema de trabajo en red que consistía en hacer revisiones de los resultados de la investigación clínica con una metodología muy rigurosa para buscar todos los estudios que pueden contestar una pregunta clínica, hayan sido publicados o no, analizar los posibles defectos y sesgos de esa literatura y, finalmente, sintetizar los resultados de una manera que puedan ser utilizados para la práctica clínica habitual y la investigación futura.
“Empecé a participar en la Colaboración Cochrane en 1997, ese mismo año se formó el Grupo Cochrane de Piel en Londres y asistí a su primera reunión. Precisamente ahora se está celebrando su vigésimo aniversario”, explica este especialista que lleva 25 años trabajando en dermatología, una especialidad que eligió por su carácter polifacético ya que abarca desde la medicina clínica a la cirugía, pasando por la prevención y la mejora de la autoestima y la calidad de vida. También el hecho de que la piel sea un órgano muy conectado con los otros sistemas y órganos del cuerpo supuso un plus en su elección, ya que en ocasiones los dermatólogos pueden detectar alteraciones internas a través de las manifestaciones dermatológicas.
“He visto cómo a través de un diagnóstico dermatológico se pueden descubrir otras enfermedades importantes. Recuerdo cuando estaba de residente en el Hospital Vall d’Hebron que a través de la detección de una leucoaplasia vellosa oral, una alteración en la lengua, pude diagnosticar el SIDA a un paciente. Por aquella fecha, la epidemia de SIDA estaba en sus inicios y los protocolos clínicos no estaban tan bien definidos como ahora y fue una forma de establecer el diagnóstico”.
“Ahora los pacientes se siguen sorprendiendo cuando a partir de unas alteraciones en la piel, les digo que pueden tener un problema en otro órgano, pero así es la dermatología. Este aspecto es poco conocido por la población, igual que su nexo con muchos aspectos emocionales”.
En dermatología, y gracias al trabajo realizado con revisiones sistemáticas en el grupo de la Colaboración Cochrane, Urbà González ha podido aportar conocimiento en ciertas enfermedades como el vitíligo o la leishmaniasis. Por esta última obtuvo un premio a la mejor Revisión Sistemática Cochrane concedido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y el Centro Cochrane Iberoamericana, por aportar conclusiones útiles para tratar esta enfermedad desatendida en muchos países y que afecta a millones de personas.
“El trabajo que hicimos en vitíligo también fue muy interesante. Lo lideró una persona con vitíligo [paciente] y lo que se comprobó es que muchos tratamientos que se venían utilizando para esta enfermedad, que tiene un gran impacto sobre la imagen de quien la padece, no tenían fundamento científico”, recuerda.
Eso es precisamente lo que aportan las revisiones sistemáticas, luz sobre la variada práctica clínica que hay sobre las enfermedades. “Esas revisiones sistemáticas fueron puestas en marcha por la Colaboración Cochrane ya que antes lo que predominaba para tomar decisiones clínicas eran las revisiones narrativas, que consistían en la selección de varios trabajos, no todos, bajo el criterio de sus autores, lo que suponía importantes sesgos. De hecho, hoy las revisiones sistemáticas Cochrane se consideran la mejor fuente de evidencia científica para tomar decisiones en temas de salud, especialmente en cuanto a tratamiento. En la actualidad, también se ha iniciado una nueva línea de trabajo que consiste en establecer guías a partir de las revisiones Cochrane para mejorar los trabajos de investigación clínica que antes tenían fallos de metodología.”, explica desde Barcelona, ciudad donde trabaja en un centro privado.
Y esa metodología que se emplea en las revisiones sistemáticas es lo que se enseña, entre otros temas, en un curso organizado por la Unidad de Investigación de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología y que este año realiza su sexta edición en la primera semana de octubre en la sede de la AEDV. “Existe una avidez por tener conocimiento sobre lo que es una revisión sistemática. En este curso además de enseñar cómo se hacen estas revisiones, explicamos para qué sirven, cómo pueden ser útiles… Es una herramienta que tiene diferentes aspectos”.
El perfil de quienes asisten a este curso suele ser el de una persona joven, que está interesada en la investigación. “Hacer una revisión sistemática es un trabajo de investigación. No todo el mundo quiere o tiene tiempo para ello, por eso los residentes, que quieren estar formados y empiezan a publicar en revistas científicas son los más interesados en hacer este curso, pero también asisten dermatólogos de todos los ámbitos”.
“Este curso puede ser muy útil, ya que llevar a cabo una revisión sistemática o saber interpretar sus resultados está muy cerca de la actividad clínica”.
Gracias a la evidencia científica se está mejorando la práctica clínica en medicina y la dermatología se ha unido a ello. “La dermatología española ha sido y sigue siendo muy puntera en aspectos clínicos, quirúrgicos y dermato-patológicos. También está despuntando cada vez más en temas de investigación. Especialmente me gusta la emergencia de una nueva generación interesada por la investigación clínica y la epidemiológica gracias a la Unidad de Investigación de la AEDV liderada por el Dr. Ignacio García-Doval”.
(*) Todavía está abierto el plazo para poder participar en el VI Curso de introducción a las revisiones sistemáticas. Si quiere más información, pulse aquí.