“Nos falta aún motivar más a nuestros académicos, para conseguir una mayor y mejor colaboración”
10 mayo, 2017La investigación en Dermatología está mejorando la calidad de vida de muchas personas
11 mayo, 2017Dr. José Mª Mascaró. Profesor Emérito de Dermatología. Universidad de Barcelona
Entre 1978 y 1982, la AEDV tuvo como presidente al Prof. José María Mascaró. Como él mismo explica, la situación entonces era radicalmente opuesta a la que se vive actualmente que, como él mismo califica, “es excelente”.
– ¿Ha cambiado mucho la AEDV y la especialidad desde su presidencia?
– Sí, muchísimo. Era una época muy distinta a la actual. Por problemas económicos que se arrastraban desde mucho antes, encontré la AEDV con un considerable déficit y la revista “Actas Dermo-Sifiliográficas” con muchos meses de retraso por el mismo motivo. Pero, con el apoyo de la Junta Directiva y mucho trabajo, conseguimos llegar al final del mandato con la revista al día y un importante superávit, por lo que al terminar nos quedó la satisfacción de que el trabajo y los esfuerzos dieron frutos.
– Echando la vista atrás, ¿de qué se siente más orgulloso?, ¿y qué espinita le queda?
– De lo que estoy más orgulloso es que a lo largo de mi vida profesional he conseguido crear lazos de amistad con muchísimos dermatólogos de nuestro país y del extranjero. Lo bueno que haya podido hacer, si lo hay, lo juzgaran los demás.
Mi mayor satisfacción es pensar que no tengo enemigos, y sí muchísimos amigos en todo el mundo.
Con el tiempo, ya que los años no pasan en balde, algunos ya no están entre nosotros, pero yo no los olvido ni las muchas anécdotas vividas con ellos.
– ¿Cómo calificaría la situación actual de la AEDV?
– Muy buena. Destacaría su gran prestigio nacional e internacional, así como el excelente nivel científico de los congresos y artículos publicados en las “Actas Dermo-Sifiliográficas”. Y, desde luego, hay que subrayar el magnífico nivel de los dermatólogos. Ello es el resultado de la buena labor de los sucesivos presidentes y juntas directivas, así como de la preparación de los dermatólogos españoles.
– Por lo tanto, satisfecho con la trayectoria que se ha seguido en los últimos años…
– Sí, mucho. Resaltaría la buena relación que existe actualmente entre las diversas escuelas dermatológicas de nuestro pais y entre los dermatólogos; eso no era así cuando yo inicié la especialización, y fuimos los de mi generación quienes conseguimos que los de otras escuelas fueran, además de colegas, compañeros y amigos. Ello contribuye en favor de todos y también de nuestra querida Academia.
– ¿Hacia dónde cree que se deberían dirigir las iniciativas y proyectos de la Academia?
– Ahora las veo bien dirigidas, orientadas a favorecer y estimular que los jóvenes puedan recibir una formación completa. Tal vez, sugeriría llevar a cabo alguna guía específica de la AEDV de manejo de ciertas patologías en nuestro ambiente, teniendo en cuenta también la relación coste/eficacia de las exploraciones (útiles vs. necesarias) y de los tratamientos, como su coste (tanto para el paciente como para el erario público).
– Y en cuanto a los socios, ¿cómo valora el crecimiento de la Academia y el creciente protagonismo de los más jóvenes?
– Muy positivo. Los jóvenes son más protagonistas ahora porque actualmente pueden recibir una excelente formación sin tener que completarla necesariamente yendo al extranjero, como sucedía cuando yo empecé; ahora es conveniente, dentro de lo posible, pero no tan necesario como en otros tiempos.
– En cuanto a la especialidad, ¿atisba algunos retos u obstáculos especialmente preocupantes?
– El intrusismo y, dentro del mismo, el hecho de que una serie de nuevos aparatos (como láseres, fuentes de luz, cabinas UV…) sigan carentes de reglamentación, tanto en lo que respecta a su utilización como en cuanto a la propaganda engañosa con la que se exhiben.
– Y de cara al futuro, ¿algún deseo?
Deseo que se siga la excelente línea actual de la AEDV y sus mentores; que se controle el intrusismo.
Que la aparición de nuevas terapias no deje de lado otras menos recientes, pero todavía válidas y de coste moderado; que la relación entre los miembros de la Academia siga siendo cordial como ahora; que se consiga mejorar el tratamiento de las afecciones dermatológicas, raras o frecuentes que todavía no tienen curación y se logre que sean yuguladas (o al menos que permitan una vida normal a quien las padece) y, si es posible, que la sanidad pública cubra para ellos el gasto de productos no específicamente medicamentosos que les pueden ser indispensables (como una simple crema hidratante o un fotoprotector).