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20 abril, 2020No hay semana igual. Ese podría ser el resumen de la ‘rutina’ de su trabajo no ya como dermatólogo, no ya como residente sino como médico adjunto en funciones para la atención de pacientes afectados por el SARS-CoV-2. También esa descripción sirve para un hospital que poco a poco ha ido modificando la asignación de sus especialistas, plantas, recursos… La pandemia de coronavirus ha forzado a todos a tener ‘cintura’.
Víctor Morillas lleva un mes que ‘abandonó’ relativamente la dermatología, su cuarto año de residente en el Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, para primero hacer guardias en urgencias para ayudar en la atención de pacientes con COVID-19. Una semana después pasó a realizar turnos de 8 a 15 horas como residente en la planta de enfermedades infecciosas. Y a la semana siguiente, pasó a llevar a cabo turnos de 14 horas en días alternos como médico adjunto para los afectados por el virus SARS-CoV-2.
Las plantas se han convertido en la misma planta con el mismo problema: pacientes con la COVID-19 porque la pandemia se engulló el resto de pacientes, o los transformó, les cambió el nombre aunque no el apellido. “Han llegado todo tipo de pacientes, pero como estaban infectados de SARS-CoV-2 ese era el diagnóstico, pero además tenían otros problemas como endocarditis, o eran trasplantados, o habían sufrido un ictus… Son enfermos muy complejos”, señala en uno de sus días de descanso.
La reconversión no ha sido sólo para los especialistas que ahora son médicos para la infección por el nuevo coronavirus sino también para el hospital que, según señala este residente de dermatología, ha cambiado por completo: “por ejemplo, la biblioteca es ahora una UCI. Te da cosa ver los libros amontonados en cajas, pero hay que priorizar”.
Reconoce que se llega a perder la noción de los días. “Trabajo un día sí y otro no, sin importar festivos o fines de semana. No sabes qué día es”.
La que es ahora su rutina, quien sabe si lo será la próxima semana, consiste en pasar planta, ver a los nuevos ingresos, preparar tratamientos, pedir pruebas y dar altas. “Veo la mitad de los pacientes de una vez, escribo y luego la otra mitad, para minimizar el gasto en equipos”.
Pacientes en soledad
Al visitar a los pacientes de COVID-19 cada día también detecta quién necesita apoyo de la unidad de geriatría, de psicología o de psiquiatría. “Este apoyo es indispensable. El paciente es un todo. Sin ese apoyo, a veces sería imposible la anamnesis porque algunas personas no tienen ganas de explicarte o de hablarte. Porque están en shock por la enfermedad o porque tienen a otro familiar en la UCI o porque acaba de fallecer su padre o su madre y él o ella se encuentra en el hospital solo en el momento del trance”, explica.
Una vez terminada la tarea más rutinaria suele venir la más problemática. “Normalmente, cuando te llaman fuera del horario de visita en planta es porque algún paciente se encuentra peor, más crítico, por una complicación. Estos pacientes cambian en poco tiempo, cambian rápido, no se sabe porqué”.
Un contagio más que probable
Al regresar a casa cada día en su coche, intenta escuchar música para pensar poco. “Es bueno desconectar de lo que acabas de hacer, que normalmente es asistir al que está más grave”. Entre los recuerdos malos destaca la gente joven que muere sola y entre los buenos, los ánimos que te da el propio paciente.
A pesar de estar cada día en riesgo de contagio, señala que el miedo es una etapa muy inicial. “Luego lo pierdes, porque asumes que te vas a contagiar, y esperas no ser de ese porcentaje de personas que va mal”, desea en voz alta.
Cuando se le pregunta por la falta de material señala, sin querer entrar en detalle, que “el porcentaje tan elevado de contagios entre el personal sanitario me da que pensar, no sé si hemos tenido siempre lo que nos han dicho que era suficiente”.
A pesar de todo, no dudaría de volver a ponerse en el lugar donde hoy está: “en esta situación de pandemia por COVID-19 puede más la necesidad de ayudar y de hacer algo”. Y considera que, en términos generales, la población lo está haciendo bien, por lo menos lo intenta, y los sanitarios también. Pero eso sí, lanza un mensaje a población y políticos: “que no se olviden. Que cuando llegue la crisis, no sirva de pretexto para desmotar lo poco que teníamos”.
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